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Pastores Gregis Christi responde a la llamada a la conversión pastoral de la Iglesia, ofreciendo un curso pastoral para el sacerdote, cabeza y guía de la parroquia.
La transformación se extiende luego a toda la comunidad. La base son los documentos del magisterio, las experiencias en algunos lugares y elementos de las ciencias sociales.
Inspirado en una iniciativa surgida en 2014 en Francia en la que ya han participado más de 700 presbíteros y varios obispos, esta metodología brinda a los sacerdotes la oportunidad de realizar un camino personal que a su vez desencadenará un proceso comunitario de conversión pastoral para toda su parroquia. En palabras de sus creadores, “se trata de empezar la tarea de la renovación parroquial por la persona del pastor, quien por su vocación está llamado a guiar (y por tanto liderar) al pueblo de Dios”.
¿Cómo se estructura el curso?
Se trata de cuatro sesiones (módulos) que se imparten a lo largo de seis meses, en las que los sacerdotes apartan dos días y medio para trabajar en grupos de hasta veinte participantes, acompañados por un equipo de profesionales y facilitadores. Como colofón, una vez finalizada la parte personal, hay un fin de semana de pastoral en el que se invita a que cada párroco venga con un equipo de su parroquia para lanzar el proceso de conversión pastoral de su comunidad.
El primer módulo parte de la vocación y la llamada personal de cada sacerdote, y aplica el principio liderarse a sí mismo para poder liderar a otros.
El segundo módulo trata la visión para la misión. Como explica el P. Mario Saint-Pierre —un experto en nueva evangelización muy conocido en Francia— la visión pastoral nace de la misión encargada por la Iglesia, la visión del pastor y el clamor del pueblo de Dios.
El tercer módulo trata de cómo crear un equipo de discípulos misioneros con el que pilotar la transformación pastoral para la misión.
El cuarto módulo se centra en las herramientas para gestionar el cambio para que este sea duradero. Se trata de descubrir los hitos del proceso de pasar del mantenimiento a la misión, sin morir en el intento.
Son cuatro pasos muy sencillos, en los que los sacerdotes aprenden a conocerse mejor, conocer a su equipo y liderar el cambio necesario de toda comunidad que quiera “no dejar las cosas como están”.
Equipo cualificado
Pero no es tan fácil como parece sobre el papel. Una de las claves más profundas del curso es el acompañamiento. Muchas veces el párroco desempeña su quehacer pastoral en soledad, y el primer paso para superarla es poder compartir un camino de renovación personal con otros hermanos del ministerio que están realizando la experiencia. Además, se utilizan herramientas de coaching, una metodología muy en auge hoy en día, para ayudarles en todo el proceso. El coaching no busca crear dependencias —tiene un principio y un fin en el tiempo— sino enseñar un estilo, producir un cambio y dotar de unas herramientas para poder vivir la transformación personal y comunitaria de una manera sostenible.
El equipo que imparte el curso se compone de expertos de pastoral, profesionales formados en liderazgo y relaciones humanas, así como coaches certificados, acompañados de un capellán. Los perfiles del equipo que lo imparte son muy variados y su riqueza es que son laicos que trabajan en el campo de la psicología, las relaciones humanas y la pastoral de nueva evangelización. En Francia surge de la iniciativa de Alpha Francia y una asociación de coaches católicos, y de la misma manera en España la iniciativa se imparte a nivel nacional por el equipo de Alpha España con un equipo de colaboradores profesionales cristianos.
Es importante reseñar que el curso no pretende imponer una visión pastoral ni una espiritualidad concreta. Se trata de que cada pastor pueda formular su visión en el marco de la misión que le es dada por su diócesis, en la realidad concreta de su parroquia. Por eso colaboran en el equipo personas de diferentes espiritualidades, con el denominador común de dar lo mejor de sus conocimientos para el servicio de la Iglesia.
El objetivo de sus promotores es poder llegar a todos los sacerdotes deseosos de profundizar en su ministerio para realizar la conversión pastoral que pide la Iglesia en estos momentos, y no pretende ser más que un complemento para profundizar en la ya rica formación sacerdotal.
En España se han realizado cursos en Cataluña por la asociación Autem, y se ha impartido sesiones en Navarra a petición de la diócesis. En la actualidad se desarrolla por Alpha España a nivel nacional, con participantes que provienen de varias diócesis de toda la geografía nacional.
La próxima edición se realizará en Madrid a partir del enero de 2020 y se puede recabar información sobre la misma y las demás experiencias en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., así como en la página web https://spainalpha.wixsite.com/pastoresgregis. n
La congregación vedruna ha puesto al día prácticas milenarias de acompañamiento espiritual con el potencial de revolucionar la acción pastoral.
«¿Para qué caminar solo en la vida pudiendo caminar acompañado?». Así resume la filosofía del acompañamiento espiritual una vedruna recién regresada a España tras varios años de misión en África. Vuelve en un momento clave para su congregación. Las Carmelitas de la Caridad Vedruna son grandes maestras en un arte que se enraíza con los padres y madres del monacato de Oriente y Occidente, y que hoy resurge con fuerza, como respuesta a esa pastoral cuerpo a cuerpo en la que insiste Francisco. Distintas realidades de Iglesia e instituciones académicas católicas se han fijado en ellas con la intención de aprovechar metodologías y conocimientos que encierran un enorme potencial tanto en la pastoral ordinaria, como en la atención a todo tipo de víctimas (desde la violencia de género a los abusos sexuales), pasando por el discernimiento vocacional o situaciones de exclusión como las que se plantean en la pastoral penitenciaria.
Frente a una dirección espiritual donde el sacerdote ofrece consejos y el dirigido toma buena nota (a menudo como prólogo y epílogo a la confesión sacramental), el acompañamiento se plantea en un plano horizontal, de igual a igual. «Las dos escuelas son válidas, pero las expectativas son muy diferentes en uno y otro caso», explica la religiosa y psicóloga Lola Arrieta, una de las fundadoras del Equipo Ruaj, con más de 25 años de experiencia de atención a todo tipo de personas en las más diversas situaciones. A quien llega buscando a una especie tutor que tome alguna decisión por él, se le dice cortésmente que se ha equivocado de puerta. «Tratamos de ser muy claros y honrados», dice Arrieta. Al acompañado, a través de una escucha activa, se le ayuda a poner en orden su vida y sus pensamientos; a descubrir por qué medios Dios se hace presente en su vida… Pero las conclusiones le corresponden encontrarlas única y exclusivamente a él, en diálogo de discernimiento.
El acompañamiento espiritual está dirigido a todos, pero resulta especialmente útil en determinados momentos de la vida. Es el caso de los jóvenes que se plantean una posible vocación religiosa. O a los que desean empezar a vivir su fe con más coherencia después de una experiencia de voluntariado que les ha tocado de forma especialmente intensa. Lola Arrieta ha acompañado igualmente a «adultos que sienten necesidad de reorientar y poner en orden su vida, con un cansancio vital muy fuerte, desfondados, desorientados…». Los hay que atraviesan «alguna situación que les ha provocado un dolor o un sufrimiento», hasta el punto incluso de necesitar psicoterapia.
La inmensa mayoría de personas a las que atiende el equipo de Pastoral de la Salud de la madrileña parroquia de Santa María de la Esperanza están solas. «Y si tuviera 100 voluntarios, los tendría a todos ocupados », asegura su coordinadora. Hay mucha necesidad… de compañía.
Ver noticia completa en Alfa y Omega
Acompañar a las personas solas, en su mayoría ancianas, no debería ser solo labor de Cáritas, o de Pastoral de la Salud. «Se trata de que toda la comunidad parroquial como tal esté atenta a esta necesidad y le dé respuesta, igual que los primeros cristianos atendían a las viudas». Es la opinión de Manolo Barahona, párroco de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en Madrid.
Daniel se bautizó en la Vigilia Pascual, tras conocer a los voluntarios del comedor de la Hermandad del Refugio
Paula, Daniel, Ana Carolina, Yasser, Martín, Sandra Faviola: los nombres de estas seis personas están inscritos en el reino de los cielos desde el sábado, cuando recibieron el Bautismo de manos del cardenal Osoro durante la vigilia pascual celebrada en la catedral de la Almudena.
Daniel, un mostoleño de 35 años, se encontraba algo nervioso, porque «nunca he estado en la catedral». A la Almudena llegó después de una vida «muy dura, que casi es mejor no recordar: muertes de personas cercanas, dificultades con mi familia, falta de trabajo…».
Daniel conoció a Blanca, su mujer, hace siete años, y ambos acuden desde algún tiempo a recibir la cena en el comedor de la Hermandad del Refugio, en la iglesia de San Antonio de los Alemanes. Allí llegaron por indicación de los servicios sociales del Ayuntamiento de la capital, porque Daniel no tiene trabajo y Blanca cobra una pensión por incapacidad pero apenas le da para vivir. Desde el Ayuntamiento les remitieron al comedor que la Hermandad del Refugio regenta desde hace ya casi cuatro siglos en la iglesia de San Antonio de los Alemanes, en la Corredera Baja de San Pablo, que ofrece la cena de lunes a sábado a más de 200 personas.
Al Refugio «al principio fuimos por los bocadillos y luego ya empezamos a caernos bien y empezamos a ir más a menudo. Ahora nos hemos hecho voluntarios y la verdad es que nos tratan como si fuéramos sus hijos. Nos tienen muchísimo cariño», explican.
Junto al resto de voluntarios, «colocamos los platos y cubiertos, limpiamos el comedor…, lo que sea. Y en la iglesia también hacemos lo que nos pidan, como hace poco, que trasladamos un Cristo enorme para hacer el vía crucis».
Allí conocieron también al rector de la iglesia, el sacerdote Carlos Nerón. Gracias a él «fui sabiendo un poco más de la religión y me decidí a dar el paso» de pedir el Bautismo, explica Daniel a Alfa y Omega. Sobre todo, destaca la relación con los hermanos y con el sacerdote, «el feeling y el buen rollo que tenemos. Nos quieren mucho y no quieren que nos vayamos. Y si algún día faltamos ya están preguntando qué nos ha pasado y por qué no hemos ido».
Tres actores representan una performance sobre el Modo de visitar conventos, un viaje de tres horas en el que el espectador recorre diferentes momentos en la vida de una monja carmelita de clausura.
La última muestra tuvo lugar en el Museo Reina Sofía de Madrid, «para dialogar con espacios laicos», aunque el objetivo inicial es representarlo en conventos, especialmente los abandonados.
«El 24 de agosto una monja carmelita llamada Teresa de Ahumada funda un convento en Ávila con seis mujeres, oponiéndose a su priora y a la opinión pública». Un sobre de estraza con este mensaje dentro da la bienvenida al heterogéneo grupo de 40 personas –entre los que hay desde carmelitas laicos a caras conocidas de la televisión y las artes escénicas– para el que el museo de arte contemporáneo de Madrid, el Reina Sofía, abre las puertas en martes, su día libre. Una flor natural acompaña al texto, que también explica al espectador que «Teresa reivindicaría una nueva manera de hermandad de mujeres contemplativas» que dialogaron entonces, y lo siguen haciendo ahora, «desde la libertad de la clausura».
Se cierra la puerta de la calle. Los asistentes entramos de lleno en este Modo de visitar conventos que, durante tres horas, nos sumergirá de la mano de dos actrices y un actor en la experiencia de «conocer el patrimonio de los conventos» y «tener una experiencia estética que esté inspirada en las prácticas contemplativas carmelitas», como se describe en el dossier. Eso sí, desde un espacio completamente ajeno a la vida religiosa: las salas desconocidas de uno de los museos más relevantes del país...
Desde el jueves santo hasta el domingo de resurrección, 127 familias y 326 jóvenes de toda España (960 personas en total) realizaron una misión evangelizadora organizada por el movimiento Regnum Christi poniéndose al servicio de 29 párrocos en zonas rurales de 11 provincias.
Jorge de Dompablo quiso hacerse sacerdote después de ver al cura de su parroquia desvivirse por los jóvenes que caían en la droga durante su juventud. Una vez ordenado, Dompablo abrió las puertas de las distintas casas parroquiales por las que fue pasando a los más desfavorecidos. Desde hace 13 años, vive en comunidad en la carretera de Colmenar junto a 17 inmigrantes africanos.
Berta Marco y Carmen Solo, del grupo del PDE perteneciente a la Institución Teresiana, comparten con nosotros su experiencia navideña "en salida":
Una de las ideas recurrentes que han estado más presentes en los encuentros de nuestros grupos PDE de Institución Teresiana es la necesidad de “salir”, asumir la llamada del Papa Francisco a ser “Iglesia en salida”. Un “salir” que tiene muchas vertientes: traspasar nuestros ámbitos cotidianos para unir fuerzas con otros: Vecinos, otros grupos de Iglesia…; un nuevo modo de mirar la realidad desde la clave del Evangelio; un hacernos vulnerables a toda la fragilidad que nos rodea; un despojarnos de nosotros/as para dejar que el Señor sea quien nos vaya abriendo camino…
Con este telón de fondo enciendo mi ordenador en esta mañana fría de nieve y me sale un tweet del Papa Francisco que dice: “Jesús se deja encontrar por el que le busca, pero para buscarlo hay que moverse, salir” (4 de febrero de 2018). Y con esa entrada me animo a poner palabras a nuestra pequeña experiencia de reparto de carteles en vísperas de la Navidad. (Me refiero a los carteles que con tanto cariño quería hacer llegar D. Carlos, nuestro Cardenal, a todos los madrileños). Para las dos que emprendimos esa “salida” ese día concreto, tuvo todo el sentido de una colaboración eclesial que nos hacía sentirnos junto a otros tantos colegas que sembraban la ciudad de invitaciones a vivir una Navidad cristiana. Una alegría íntima y contagiosa nos embargaba cuando, cargadas con los carteles, barríamos la calle de la Reina Victoria y más tarde la de Bravo Murillo hasta culminar nuestro periplo en el Mercado Maravillas lleno de gente. Aprendimos mucho esa tarde: lo primero fue ensayar distintos modos de presentar lo que ofrecíamos según los interlocutores: a veces nos presentábamos como personas que estábamos haciendo una colaboración con la Iglesia local; otras entrábamos al trapo diciendo que el Sr. Cardenal deseaba hacer llegar a los ciudadanos un mensaje navideño de carácter cristiano, etc. Ahí tuvimos bastante tacto. Y a partir de ahí, según la acogida, seguíamos charlando con las personas con las que nos encontrábamos. Siempre que podíamos procedíamos a colocar los carteles en un lugar visible. Encontramos personas muy receptivas y acogedoras y otras totalmente cerradas a cualquier intromisión religiosa (aunque éstas fueron las menos). La realidad es que cuando ven amabilidad reaccionan bien aunque no compartan el anuncio de la fe. Y así fue cayendo la tarde. Ya casi de noche entramos en el Mercado Maravillas de la calle de Bravo Murillo y allí hicimos nuestro agosto. Los viejos tenderos del Mercado enseguida acogieron los carteles y los colocamos; en el bar central del primer piso pegamos varios. Y en un gran misterio de Belén que había colocado la corporación pertinente del mercado, justo a los pies del Misterio, pusimos nuestro cartel. Cerramos el día con un poco de cansancio por las horas de camino…Pero con el corazón ardiente. Ha merecido la pena, pensábamos. Estas experiencias tenemos que repetirlas.
Carmen Soto y Berta Marco
Muchas gracias por el testimonio y os animamos a compartir aquellas inciativas pastorales que hayan surgido a partir del PDE.
Queremos compartir con vosotros una noticia que nos parece que tiene que ver mucho con uno de los acentos del presente curso 2017-2018: el cuidado y acompañamiento de los matrimonios.
Se trata de Encuentros matrimoniales de fin de semana para ayudar a parejas y matrimonios a construir su relación, para salvaguardar su matrimonio y hacerlo brillar en nuestro mundo.
Cerca de 300 jóvenes se reunieron el sábado en la sede de la Delegación de Infancia y Juventud para abordar las principales conclusiones de los Parlamentos de la Juventud que, a lo largo del mes de mayo, se han celebrado en las ocho vicarías territoriales de la diócesis.
Los jóvenes trabajaron por grupos en varios temas que luego pusieron en común. Así, al analizar la juventud y la sociedad actuales, reconocen en su entorno «una falta de compromiso y un individualismo brutales», a lo que se añade «la superficialidad y la falta de trascendencia»; esto les afecta porque «los jóvenes nos sentimos infravalorados, con falta de ilusión, de compromiso y de confianza en generar cambios», especialmente en el mundo laboral, donde constatan «una falta de interés por formarnos como verdaderos profesionales», mientras que el entorno «está demasiado enfocado al éxito personal y no tiene en cuenta el bien común».
No cristianos de sofá
Por todos estos motivos, los jóvenes de Madrid se sienten llamados a «entregar nuestra vida», porque «somos importantes y debemos ser motor de cambio. No queremos ser cristianos de sofá, ni amoldarnos a este mundo». Pero para eso «necesitamos oración y formación», por lo que solicitan a la Iglesia «guías que de verdad nos ayuden a tener claridad en los temas que nos interesan», y un calendario concreto de «encuentros para rezar juntos y formarnos todos los grupos y los jóvenes de las parroquias».
Además de «evangelizar en actividades civiles» y tomar la palabra «en los foros de participación ciudadana donde se toman las decisiones», la juventud madrileña apuesta por «un voluntariado de Iglesia acompañado siempre por un referente espiritual y que parta de una formación continua para hacer un trabajo más efectivo y más fecundo». Y esta huella en la sociedad la quieren acompañar de «más actividades de evangelización como Una luz en la noche o Anuncio, y misiones populares que se presten al diálogo con otros» y los animen a evangelizar «en nuestros propios ambientes». También para estas actividades demandan «promover a todos los niveles el acompañamiento espiritual».
Un nuevo lenguaje
Una de las principales preocupaciones que reconocen los jóvenes, además de la conversión ecológica o el empleo del tiempo libre y de las redes sociales, la constituye todo lo relacionado con la afectividad y la sexualidad, pues «vemos con perplejidad la banalización y desligamiento entre amor, sexualidad y afectividad» que hay en la sociedad. También son conscientes de que a veces «se ve a la Iglesia como una institución que juzga, que es restrictiva», y ponen como ejemplo las relaciones prematrimoniales y los homosexuales. Por eso «queremos conocer mejor la posición de la Iglesia» en los temas de sexualidad, porque «sin duda hay diversas formas de entender el amor en el mundo, y nosotros queremos volver a la esencial del mensaje de Cristo, y verlo desde la perspectiva actual», lo que exige «un acompañamiento concreto especialmente por parte de laicos», «una acogida y un diálogo en el que no se nos juzgue», y «una formación en los porqués que nos ayude a entender lo que la Iglesia propone, que incluya testimonios de vida, que no sean de cabeza, sino más bien una formación del corazón».
En líneas generales, los jóvenes solicitan a la Iglesia «una adaptación a los tiempos actuales para ayudar a todos a entender su mensaje». «Necesitamos otro lenguaje», añaden, y reclaman asimismo una «formación continua» que incluya «encuentros y oraciones de jóvenes que nos permitan conocernos unos a otros, y así darnos a conocer mejor a los demás», porque a fin de cuentas «no somos el futuro, somos el presente».