Como viene siendo habitual desde hace más de 75 años, en la noche del 7 de diciembre se celebra la Vigilia de la Inmaculada, este año con el lema Orando con María nos abrimos a la Esperanza. Carlos Aguilar, miembro de la Comisión de Evangelización del arzobispado de Madrid, encargada de la organización nos remite al cartel de esta celebración «en el que podemos ver la imagen de la Virgen de cuyo seno brota una luz. Una luz que significa Aquel que trae la Esperanza, Aquel que nos trae la salvación».
«A María la invocamos con el título de causa de nuestra esperanza porque al decir sí al arcángel san Gabriel se convirtió en madre del Salvador y gracias a María la salvación viene a nuestro mundo», afirma Aguilar.
Renovar la esperanza
Como en cada Adviento, «la Iglesia nos invita a reavivar la esperanza, lo hace recordándonos las promesas que el Señor hizo por boca de los profetas y anunciándonos a Cristo como el que ha dado pleno cumplimiento a todas esas promesas». Ahora en cada Adviento, «nos invita a renovar la esperanza porque la promesa de salvación es para cada tiempo, para cada momento, para cada persona», explica.
«Renovar la esperanza es siempre necesario porque nunca faltan motivos para la desesperanza y sin embargo debemos combatir esa tentación y no desesperanzarnos».
Acoger la luz de la esperanza
En esta línea, el cardenal arzobispo de Madrid José Cobo, nos invita a vivir esta celebración como un momento propicio para acoger la luz de la esperanza que nos trae María. «Esa luz que quiere iluminar a todos, especialmente a los que sienten y experimentan cada día la soledad, a los que miran el futuro con miedo y con preocupación, a los jóvenes que no acaban de encontrar sentido a sus vidas, a los que la falta de trabajo y unas condiciones económicas justas les lleva a malvivir». También «a los que padecen enfermedades graves e incluso están en estado terminal, a los que son víctimas de cualquier dependencia, que desgraciadamente tanto abundan y a los que sienten incertidumbre ante la crisis social y política que estamos viviendo singularmente en España, pero también en tantos otros lugares del mundo».
Por ello, «celebrar la vigilia es querer acoger la luz de la esperanza que es Cristo y que nos llega por María, para que iluminados por esa esperanza podamos llevarla a todos los que la necesitan».
Concluye Aguilar animando a que todos vengan y participen de esta vigilia, «que juntos podamos recibir de María la luz de la esperanza, Cristo salvador de todos y que salgamos de la celebración dispuestos a llevar la alegría del Evangelio a cuantos la necesitan».
Vigilia Inmaculada
La primera Vigilia de la Inmaculada se celebró en el año 1947, convocada en Madrid por el padre Tomás Morales, SJ –en proceso de beatificación–, que tenía una especial devoción por esta advocación de María. Reunió a 300 personas y, desde entonces, estos encuentros de oración se han extendido por toda España, Europa e Iberoamérica.
Las tres vigilias diocesanas convocadas para esta jornada darán comienzo a las 21:00 horas. Y se celebrarán en los siguientes templos:
Catedral de la Almudena (Bailén, 10)
Basílica de la Merced (Edgar Neville, 23)
Santuario de María Auxiliadora (Ronda de Atocha, 25)
Además, habrá vigilias en otras parroquias de la diócesis. Más información en este enlace.
Materiales
Carlos Aguilar Grande