«En el Año Jubilar Mariano hemos sentido la protección de la Virgen y la llamada a convertirnos en discípulos misioneros»
Durante el Año Jubilar Mariano «hemos sentido la protección de la Santísima Virgen María y la llamada que Ella nos hace en nombre de su Hijo para convertirnos, siguiendo sus pasos, en discípulos misioneros». Así lo aseguró el cardenal Osoro el pasado sábado, 15 de junio, durante la clausura del jubileo concedido por el Papa Francisco con motivo del 25 aniversario de la catedral.
«En nombre de toda nuestra Iglesia diocesana, quiero decir a la Virgen: gracias, Madre, hemos sentido tu cercanía y protección, tu compañía y tu ayuda», subrayó justo antes agradecer el trabajo de Jesús Junquera, Alberto Andrés y Fausto Marín, así como de la Comisión de Evangelización, las hermanas auxiliares parroquiales de Cristo Sacerdote y todos aquellos que han hecho posible el Año Jubilar Mariano y las catequesis marianas.
Durante doce meses, las distintas vicarías de la diócesis, parroquias, asociaciones, cofradías, colegios y otras instituciones sociales se han acercado a ver a la patrona de todos los madrileños que, como recordó el purpurado en su homilía, experimentó «quién es Dios» y nos invita a mostrar que Él «nos ama, que cuenta con nosotros» y que el Señor «desea que esta humanidad sea una gran familia y que tenemos la misión de dar a conocer que todos los hombres somos hijos de Dios y por ello hermanos entre nosotros».
«Comunión no es una palabra más»
En este sentido, el arzobispo animó a los presentes a trabajar por la comunión que «no es una palabra más», sino que «es un don con consecuencias muy reales, que transforma nuestra vida, pues nos hace salir de nuestra soledad y situarnos en las manos de Dios». Esta comunión –aseveró– «se funda en la persona misma de Cristo, exige fidelidad a la doctrina de la Iglesia, sobre todo mediante una recta interpretación, mediante una hermenéutica de la reforma dentro de la continuidad del único sujeto eclesial que el Señor nos ha dado».
Desde un encuentro profundo con Jesús y su seguimiento, detalló el cardenal Osoro, surge la pasión por la misión. «Si la misión no está animada por el amor, por el Espíritu Santo, la estamos reduciendo en nuestra vida a una simple actividad filantrópica y social», advirtió. «La misión –abundó– brota de un corazón transformado por el amor de Dios como nos testimonian las vidas y las obras de los santos y de los mártires que alcanzados y sorprendidos por la Buena Noticia del Evangelio, por amor, no pudieron guardarlo para sí mismos».
Con el cardenal Osoro concelebraron el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela; el cardenal Aquilino Bocos; los obispos auxiliares monseñor José Cobo, monseñor Santos Montoya y monseñor Jesús Vidal; el vicario general, Avelino Revilla; vicarios y otros presbíteros.