El Documento Final del PDE nace con la vocación de servir, lo primero de todo, de recuerdo del trabajo que, con gran ilusión y no pocos esfuerzos, han realizado los casi mil grupos que han participado en el Plan Diocesano de Evangelización a lo largo de estos tres años.
Queremos que sea una memoria agradecida al Señor por todo lo vivido y realizado. Sobre todo, por haber podido gustar, juntos, de su Palabra mediante la lectio divina; uno de los mayores y mejores frutos del PDE.
- Una memoria agradecida al Señor, por haber podido ahondar, también juntos, en la lectura de la exhortación del papa Francisco, Evangelii gaudium, que nos ha servido de guía y orientación para discernir y encontrar los caminos de la anhelada conversión pastoral en la Iglesia de Madrid.
- Una memoria agradecida al Señor, porque nos ha regalado momentos fuertes en los que experimentar que realmente somos un Pueblo de hermanos que quiere caminar unido, aportando cada uno aquellos dones e inspiraciones que le suscita el Espíritu, y abiertos para poder ser enriquecidos con lo que los demás hermanos generosamente han entregado y compartido para bien de todos.
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Una memoria agradecida al Señor por cada una de las iniciativas y de las propuestas realizadas por los grupos del PDE, que tantos horizontes nos han abierto. Y también memoria agradecida por las experiencias compartidas, que nos han hecho descubrir, una vez más, cómo Dios sigue actuando y primereando a su Iglesia, haciéndola fecunda y enriqueciéndola con tantas obras e iniciativas que sirven de impulso constante a la tarea de la Evangelización.
Ahora bien, para que no todo se quede en el recuerdo y sirva para nuestro presente y nuestro futuro, este material ha de servir para impulsar y renovar, de ahora en adelante, la pastoral de toda de la archidiócesis de Madrid. Así pues, deberá ser como una especie de Guía que ha de orientarnos a la hora de plantearnos nuevos caminos, y para renovar y enriquecer todo aquello que estamos haciendo en cada una de nuestras comunidades, parroquias y diferentes realidades eclesiales, así como en el conjunto de nuestra Iglesia particular.
Como tantas veces nos ha dicho y repetido don Carlos Osoro, nuestro cardenal-arzobispo, conviene no echar en saco roto todo esto; es un regalo maravilloso que el Señor nos ha hecho. Valoremos que, detrás de cada una de estas propuestas o iniciativas, está todo el trabajo realizado por cada uno de vosotros; por todos aquellos que, con tanto amor, ilusión, ganas y esfuerzo, habéis hecho posible que el PDE se pusiera en marcha, perseverara en el camino –no sin alguna dificultad y contratiempos–, y haya llegado a feliz término.
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